SCIOLI, MACRI o MASSA, continuarán defendiendo los mismos intereses…
CONOCIENDO A NUESTRA CLASE DOMINANTE.
La acumulación es la cifra por excelencia del poder económico, social y político y para lograrla, en nuestro país, se ha hecho uso de un “terror” triunfante y adverso (1974 – 1983), como antesala de un reordenamiento “democrático” (1983 – 2015), donde la realización de la victoria política y militar implico la imposición del neoliberalismo y con esto nuevas maneras de relacionarnos con los otros y con las cosas.
El neoliberalismo como proceso político, social y económico comenzó en 1976 pero se desplegó fuertemente entre 1990 – 2001 e implico resumidamente: la enajenación del patrimonio público (Privatizaciones), desindustrialización y caída del Producto Bruto Interno (P.B.I), desregulación y liberalización financiera/bancaria, aumento de la deuda externa, pérdida de soberanía Estatal, deslocalización de la producción, todo esto, desde luego, a un altísimo costo social: desempleo, pobreza, indigencia, población sobrante y todo tipo de precarización. Un dato, no menor, a tener en cuenta es que dos pilares fundacionales de este proceso continúan vigentes, ellos son la Ley 21.382 (1976) que legisla en materia de Inversiones Extranjeras Directas (IED) y 55 Tratados Bilaterales de Inversión (TBI).
El Duhaldismo primero y el Kirchnerismo después, fueron los que lúcidamente caracterizaron y capitalizaron, luego de la rebelión popular del 2001 contra el “modelo neoliberal”, dicha “ruptura” e implementaron un modelo neo-desarrollista que limitadamente expandió las fuerzas productivas lo que generó la creación de empleos (con diversas y perversas modalidades contractuales) con crecimiento de los salarios y del consumo (AUH y embarazadas, extensión de las Jubilaciones, etc.), en resumen, alentó la redistribución de los ingresos (No de la riqueza), pero coexistiendo con un sistema impositivo regresivo y hegemonizado por la lógica financiera y de los negocios con altísimas tasas de ganancia para la clase dominante. El Estado modifico su lógica de intervención aunque sin un proyecto estratégico de desarrollo, sino con medidas tácticas ante coyunturas críticas, por Ejemplo: AFJP, YPF, FFCC, Aerolíneas, AySA y Correo.
En este proceso la clase dominante profundizo su control estructural, acentuando la concentración, centralización y extranjerización, de la economía. En relación a la producción concentra el 71,1 % de las exportaciones, el 75 % de la producción total, el 56,4 % de la Fuerza de Trabajo ocupada y el 62,8 % de los salarios abonados, entre otras.
En cuanto al sector financiero, regido “aún” por la ley 21.526 dictada durante la última dictadura militar (1977), la característica destacada es que su mayor volumen de ganancia proviene de financiar el consumo (vía créditos, tarjetas y el cobro de servicios) seguido por la compra y tenencia de títulos públicos y en menor medida por créditos para la producción. Este sector se apropia de una rentabilidad de las más altas a nivel mundial, y entre las 20 empresas que más ganancias acumularon, en la última década, 6 son bancos.
Este “modelo” económico produce efectos perversos para la economía toda, entre ellos: devaluaciones monetarias, inflación, déficit público y en la balanza de pagos, fuga de capitales y escasa reinversión productiva con remisión de utilidades, entre otras.
En este contexto se podrían distinguir tres fracciones de la clase dominante:
A) La Burguesía transnacional, entre ellos: LOUIS DREYFUS, KRAFT FOODS, CARGILL, TOYOTA, RENAULT, PETROBRAS, CHEVRON, CERRO VANGUARDIA, CITIBANK, CARREFOUR, ADM, MAKRO, MOVISTAR, SANTANDER RÍO, BAYER, DOW, DUPONT, SYNGENTA y HSBC; en los siguientes rubros: Agroindustria y procesamiento de recursos naturales, Armado Automotriz, Petroquímica, Hidrocarburos y Minería, Siderurgia, Comercio, Bancos y Finanzas.
Las características determinantes de esta fracción de la burguesía es que ejerce el control de los núcleos dinámicos de la economía esto le permitió duplicar su hegemonía estructural y con ello acentuar una matriz de especialización productiva regresiva y una inserción subordinada y pasiva al mercado mundial donde predomina la provisión de recursos naturales y la exportación de commodities. Esto le permite el control de divisas (vía exportaciones) lo que implica un marcado poder de veto a las políticas públicas y un fuerte límite a la autonomía y gestión Estatal. Además de generar poco empleo y a pesar de pagar “buenos” salarios han incrementado notablemente la tasa de explotación de la Fuerza de Trabajo (productividad/salario).
Todo esto sin complejizar la estructura productiva ya que los bienes de capital con tecnología compleja, como la investigación y desarrollo lo importan agudizando el subdesarrollo de la economía Argentina.
B) La “vieja” burguesía nacional, entre ellos: ACEITERA GENERAL DEHEZA, ROGGIO, ARCOR, PERCARMONA, MASTELLONE, VICENTIN, OSDE, BANCO MACRO, LEDESMA, BGH, PEREZ COMPANC, TECHINT, CLARÍN, SANCOR y MACRI. En los siguientes rubros: Agroindustria, Energía, Telecomunicaciones, Comercio, Salud, Siderurgia, Editorial, Química, Construcción e Hidrocarburos y Bancos y Finanzas. La característica fundamental de esta fracción es su articulación a la fracción de la burguesía transnacionalizada en el procesamiento y exportación de recursos naturales. Su expansión no implica industrialización ni la incorporación de nuevas capacidades productivas, por ende, no es generadora de empleo y tampoco dependen del poder adquisitivo (Salario), esto profundiza la “alianza estructural” de los grupos que procesan y comercializan recursos naturales y commodities volcados a los mercados externos pero con una clara subordinación de esta fracción a la lógica del capital transnacional.
C) La “nueva” burguesía, entre ellos: ELECTROINGENIERÍA, PAMPA HOLDING, ODS, INDALO, CAPUTO, INSUD, JOSÉ CARTELLONE, PETROQUÍMICA COMODORO RIVADAVIA. En los siguientes rubros: Construcción, Energía, Hidrocarburos, Petroquímicos, Juegos de Azar, Medios de Comunicación, Privatizadas y Obras y Servicios Públicos, su característica fundamental es que crecieron sin enfrentar la competencia externa, con una fuerte cercanía con el poder político y una estrecha vinculación con el sector público y en negocios que se habilitaron y regulan desde el Estado. Por lo tanto se articulan, sin cuestionar, a las dos fracciones de la burguesía que conducen el proceso económico.
Resulta estratégico conocer a la clase dominante y sus distintas fracciones tanto en sus alianzas, como en las relaciones de fuerza a su interior o en sus relaciones con el Estado y en su inserción internacional, esto facilita la comprensión de sus estrategias productivas, sus lógicas de acumulación articuladas al Mercado Mundial y sus representantes políticos como SCIOLI, MACRI o MASSA. Este conocimiento resulta indispensable para poder confrontar el “acuerdo estructural” que sostiene la Fuerza Social y Política del orden social dominante. Una propuesta posible.
DANIEL OSCAR LÓPEZ
Danieloscarlopez779@gmail.com
29.06.15