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sábado, 10 de enero de 2015

RELACIONES DIPLOMÁTICAS ENTRE EEUU Y CUBA


Históricamente, un triunfo de la revolución y el socialismo y un fracaso de la agresión imperialista yanqui
A poco de haber triunfado la Revolución en Cuba, barriendo a la dictadura pro-yanqui de Batista, las expropiaciones de los principales capitales nativos y estadounidenses en la isla y su formalización como marxista-leninista, fueron motivos suficientes para que EEUU intentara invadir al primer territorio libre de América. La heroica resistencia en Bahía de Cochinos ratificaría ante los ojos del mundo que un pueblo en armas, con una dirección consecuente, era perfectamente capaz de hacer la revolución y defenderla contra quien sea. A partir de allí, la reacción imperialista apostó a aislar y asfixiar a un pueblo que sigue siendo ejemplo de firmeza en sus convicciones emancipatorias.
Más de 50 años después, el anuncio de restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre EEUU y Cuba es, históricamente, un triunfo de la revolución y el socialismo. Si bien no significa el fin del bloqueo económico, es el reconocimiento por parte del imperialismo yanqui del estrepitoso fracaso de su política de agresión y aislamiento contra el pueblo cubano.
La política que apuntaba a aislar a Cuba terminó aislando a EEUU. A lo largo de estos años, 23 veces ha votado en contra del criminal bloqueo la asamblea de la ONU. Los únicos votos a favor de sostener el cerco que se repiten, cada vez más solos, son los de EE.UU. e Israel.
La situación cada vez más comprometida de los EEUU a nivel internacional para sostener su liderazgo en materia económica, política y militar -con focos de conflicto en varios lugares del planeta y con una seguidilla de derrotas en sus últimas grandes intervenciones- lo empujó al abandono de uno de los aspectos de su política exterior más repudiados.
El avance comercial, financiero y político de China y Rusia en antiguas áreas del patio trasero y de la propia Isla; las dificultades manifiestas para encolumnar a las clases dirigentes de la región detrás de sus intereses; la abrumadora impopularidad en toda la región del asedio a Cuba, del sostenimiento de la base militar en Guantánamo y de la persistencia del criminal bloqueo, suman razones al porqué del cambio de la política del Departamento de Estado yanqui.
Al mismo tiempo, es necesario advertir que las inocultables intenciones yanquis en el cambio operado como en la necesidad de fomentar negocios para sus empresas y recuperar liderazgo en América Latina, siguen ocultas detrás de este gesto “aperturista”.
Sin dudas, en el escenario político latinoamericano se ha atenuado sensiblemente el faro rebelde que supo constituir la Revolución Cubana. La debilidad estructural de una economía que nunca pudo resolver los pilares de la autosuficiencia necesaria para construir el socialismo, acentuada luego de la caída de la URSS, y potenciadas por el cerco internacional más extendido y feroz de la historia, han abierto heridas que en los últimos años el gobierno buscó resolver recorriendo un camino ya transitado por países como China o Vietnam que, lamentablemente, devinieron en la restauración capitalista de esas sociedades. Nada determina que la resolución de las dificultades materiales en la construcción del socialismo empuje inevitablemente hacia la reintroducción de bases capitalistas y menos luego de la experiencia acumulada.
Si bien es correcto celebrar el paso atrás en política que acaba de dar EEUU, y entenderlo como una conquista largamente batallada por el indomable pueblo cubano, su gobierno y el movimiento antimperialista internacional, es inadmisible obrar con ingenuidad frente al riesgo que el mismo giro contiene. No hay razones para suponer que la contradicción principal que enfrenta al imperialismo y a los pueblos del mundo se haya distendido, y mucho menos cuando se trata de un pueblo que ha tenido la valentía de hacer la revolución y defender sus ejemplares conquistas sociales, políticas y democráticas contra viento y marea. El enemigo se ha visto obligado a cambiar la táctica. Los revolucionarios, junto con Cuba, tenemos el deber de redoblar la lucha contra el imperialismo y sus socios locales, que sigue siendo la principal forma de solidaridad internacional.
Por último, los pueblos del mundo celebran la liberación de los tres patriotas cubanos que faltaban para completar a los 5 prisioneros en libertad y en su tierra, detenidos en los EEUU mientras defendían a su país y las conquistas de la revolución ante los infames traidores y agresores del norte.

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