Cuatro de los militantes del Movimiento Todos por la Patria (MTP) fueron
vistos con vida mientras eran detenidos por las fuerzas militares y permanecen
desaparecidos. 25 años después sus familiares pelean por llegar a la verdad de
lo sucedido el 23 de enero de 1989. La Retaguardia dialogó con Irene
Provenzano. Sus padres participaron del copamiento del Regimiento de Infantería
Mecanizada III de La Tablada en La Matanza; Francisco está desaparecido, y
Claudia Lareu murió en ese combate. (Por La Retaguardia)
“Para nosotros como familiares de esos cuatro compañeros también son desapariciones recientes, que estuvieron invisibilizadas todos estos años. Paradójicamente o no, recién hace dos o tres años se empezó a volver a investigar el reconocimiento de los cuerpos que se hizo allá por el ’89. Un reconocimiento que muy defectuoso, lleno de irregularidades, negligencias y falta de voluntad política por reconocer a los cuerpos de los compañeros que faltaban. Este reinicio de investigación se da porque todavía, después de 25 años, había cuerpos sin identificar; de todo ese trabajo surge y se comprueba que hay cuatro compañeros desaparecidos que son mi papá, Francisco Provenzano, Carlos Samojedny, Iván Ruiz y José Díaz. Hay testigos y documentos fotográficos que permiten saber a ciencia cierta que estaban vivos al momento de la rendición y que fueron torturados, fusilados y desaparecidos por las fuerzas militares que intervinieron en la represión del cuartel”, denunció Irene Provenzano, hija de Francisco, en diálogo con La Retaguardia.
Los cuatro militantes fueron capturados con vida en el interior del Regimiento y hay registros fotográficos, fílmicos y testigos que así lo confirman; sin embargo, sus cuerpos nunca fueron encontrados. En realidad, la historia de Provenzano tiene un capítulo más de dolor e impunidad: “en ese momento el cuerpo de mi viejo fue reconocido por su hermano, por mi tío, pero nunca vamos a poder saber si fue mal reconocido o si después de que fue reconocido cambiaron el cuerpo, pero nosotros como familiares nos enteramos de la desaparición hace un año y medio, porque en realidad pensábamos que el cuerpo estaba reconocido y que lo habíamos enterrado a él. Mi papá tenía varias operaciones en la columna por hernias de disco recurrentes y el hermano médico había estado interviniendo en su salud desde muy joven, entonces mi papá le dejó como esa referencia de que si lo mataban él no quería ser un desaparecido y le pidió que por favor lo reconozciera, y mi tío con documentación y estudios médicos hace un reconocimiento de su cuerpo, un cuerpo que estaba carbonizado, tenían la intención de que sea un cuerpo que no se identificara. Hubo una intención de los encargados de la represión de que hubiera cuerpos que no se pudieran identificar, como decimos siempre, se utilizaron mecanismos de la guerra y de la dictadura, como la cremación de cuerpos. Hace un año y medio se puso en contacto conmigo, como familiar, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que lo que quiere es hacer una revisión de todos los reconocimientos y concluir con los cuerpos sin reconocer; y en esa revisión el cuerpo que estaba enterrado como el de mi viejo resultó ser el de otro compañero”, relató Provenzano.
A 25 años del intento de copamiento del Regimiento, al que ingresaron 46 militantes del Movimiento Todos por la Patria (MTP) de los que solo sobrevivieron 13, los familiares iniciaron una campaña en la que exigen juicio y castigo a los responsables de las violaciones a los derechos humanos que sufrieron los caídos en los hechos de La Tablada, además de reclamar la recuperación de los restos de los cuatro militantes desaparecidos.
El juicio del revés
Por los hechos ocurridos en La Tablada en enero de 1989 sí se realizó un juicio, pocos meses después, en junio de ese mismo año, pero en el que solo se juzgó la responsabilidad de quienes habían ingresado al regimiento, del grupo de apoyo externo y de la conducción del MTP. El juez de instrucción de la causa, Gerardo Larrambebere, desestimó todas las denuncias por torturas, desapariciones y ejecuciones sumarias que hicieron los militantes al considerar que no había pruebas suficientes.
Los 20 acusados fueron juzgados por la Ley de Defensa de la Democracia, que no admitía la revisión del proceso, y condenados en su gran mayoría a prisión perpetua.
“El juicio también estuvo plagado de irregularidades y de voluntad política, de impunidad desde muchos de los sectores involucrados”, aseguró Irene Provenzano. Incluso la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) coincidió en que no había sido un proceso justo: “le recomendó al Estado argentino una investigación completa imparcial sobre los hechos, denunciando y atestiguando que hubo violación a los derechos humanos gravísima, que el Estado tenía que investigar. Toda esta causa, después de tantos años, como que entra en prescripción, y la presencia de cuatro desaparecidos como un dato nuevo permite la posibilidad de que se reabra y de que se investigue puntualmente la situación de los cuatro compañeros desaparecidos. Estamos en esa situación, esperando el fallo de la Corte, que reabra la causa en este sentido, y tenemos como puntapié un dictamen de la procuradora general de la Nación (Alejandra Gils Carbó) que se manifiesta en contra de que prescriba, la causa contra (Alfredo Manuel) Arrillaga que fue el responsable del operativo, justamente reconociendo la violación a los derechos humanos que se cometió”.
En una solicitada publicada hace pocos días por los familiares de los cuatro militantes desaparecidos se dan más datos sobre los responsables del operativo militar que se llevó adelante en La Tablada: “el ex General (Arrillaga) cuenta con tres condenas por crímenes de lesa humanidad cometidos en Mar del Plata durante la última dictadura cívico-militar, en la conocida ‘Noche de las Corbatas’. Se repite en la Tablada, a su cargo, la represión y desaparición forzosa de personas. El Mayor Jorge Eduardo Varando, a cargo de la represión en la Tablada y señalado por los fusilamientos de Iván Ruiz y José Díaz, también actuó en la represión del 19 y 20 de diciembre de 2001”.
Cabe recordar que los militantes condenados a perpetua fueron indultados en mayo de 2003, tras realizar más de cien días una huelga de hambre, que estuvo acompañada por una campaña internacional de solidaridad, organizada por los familiares de los presos.
Su mirada de hija
Irene Provenzano tenía solo cuatro años cuando su papá desapareció y su mamá fue asesinada: “tengo recuerdos que pienso que son efectivos y otros que se van reconstruyendo con los relatos, las fotos, y me fui armando un lugar de recuerdos en el que, aunque era muy chiquita, mis viejos están presentes”, señaló en diálogo con La Retaguardia.
Al ser consultada acerca de cómo ve a sus padres hoy, Provenzano afirmó: “como lo que me dejaron que eran: luchadores, militantes, revolucionarios, muy amorosos, los recuerdos que tengo yo de ellos son sí de compartir reuniones y espacios de militancia, tengo eso en mi cabeza, y también momentos de juegos, vacaciones, mimos. Todo lo que dan los padres a sus hijos en los primeros años”.
En cuanto a sus sensaciones respecto a estar buscando a un desaparecido en democracia, la joven reflexionó: “para mí es difícil reconocerme en la tradición de militancia de los organismos de derechos humanos que todos estos años han luchado por los desaparecidos, porque lo cierto es que aunque la categoría es la misma, el contexto es muy distinto, la historia es otra, y también mi recorrido como familiar no se basó en la lucha por su búsqueda o por la justicia por ser desaparecidos, entonces si bien me agarro de esa historia como un ejemplo y como de quien agarrarnos también para salir a denunciar, a visibilizar y a desnaturalizar la existencia de desaparecidos en democracia, lo cierto es que no constituí mi identidad o mi subjetividad como hija de desaparecidos. Entonces, por un lado me acerco a esos espacios pero no reconociéndome en esa historia individualmente, sí como militante, como pueblo, pero no en mi historia personal, es como algo nuevo eso”.
Sobre el copamiento del Regimiento de La Tablada circulan infinidad de versiones y rumores. Uno de ellos da cuenta que Francisco Provenzano no estaba del todo de acuerdo con la acción pero ingresó igual aceptando la decisión de la mayoría de su partido y para estar con su compañera Claudia Lareu. Al respecto, su hija Irene aseveró: “la verdad que a mí me cuesta ya sostener esa posición porque hablar en nombre de quienes no están me parece difícil, porque no pueden decir su palabra. De todos modos, eso es un poco lo que quizás incorporé de chica en el relato de la historia familiar, a partir de una carta que dejó mi viejo diciendo un poco eso, alguien que le avisa al hermano que lo van a matar, que no quiere ser un desaparecido, que lo reconozca, que le dice que se haga cargo de mí, que mi vieja y él aceptaron ese acuerdo, todo eso te lleva a mostrarme a una persona con dudas, con alguna incertidumbre, pero lo cierto es que sus compañeros de militancia no tienen ese relato, ese registro, y me han trasmitido otras cosas. Y en mi caso sostener esa posición en boca de él, hoy como militante, tampoco me hace sentir cómoda, porque él no puede hacer ni decir nada, entonces me parece que no es muy fructífero poner eso como elemento histórico sin tener demasiados elementos. Siempre rodea, supongo que a todos los militantes que entraron de La Tablada, en algún momento les dio algo de incertidumbre, dudas, porque se estaban jugando la vida, pero más que eso me parece que no puedo decir”.
Hecho maldito y debate pendiente
A pesar de ser un hecho del que durante años prácticamente no se habló y que de alguna manera se intentó ocultar, en el último tiempo se han publicado distintos materiales que recorren lo sucedido alrededor de aquel 23 de enero de 1989 en La Tablada.
Sobre su acercamiento a estos escritos, Irene Provenzano señaló: “los leí a mí tiempo, quizás sí me acerqué a la librería a comprarlos inmediatamente, pero no me los devoré esa misma noche porque esa lectura me es difícil. Creo que es un poco el hecho maldito para la izquierda, del que no se habla, del que no se discute, y creo que los libros son diferentes en el lugar desde el que se paran. El libro de Sudestada se para desde un lugar compañero, de militantes que reconocen la lucha revolucionaria de los compañeros, reconocen que querían hacer la revolución, una sociedad distinta, y desde ese lugar de no neutralidad intentan acercarse a la historia de vida de cada uno de los compañeros y compañeras, y a explicar La Tablada de algún modo. El libro de (Felipe) Celesia y (Pablo) Waisberg (‘La Tablada. A vencer o morir, la última batalla de la guerilla argentina’) me parece que se para en el lugar opuesto, cuando ellos lo presentaron se pararon desde el lugar de periodistas neutrales y objetivos, que buscan encontrar la verdad de los hechos, y ya desde ese lugar es medio difícil pararme como militante y como hija; me parece que me fue mucho más difícil abordar la lectura de ese texto, pero creo que todos los materiales que circulan sirven para poner el tema en debate y para que el campo popular lo pueda discutir y hacer su elección de eso”.
Además, Provenzano afirmó que incluso hoy hacer referencia a la figura de los cuatro desaparecidos sigue permitiendo que no se hable del MTP y de lo sucedido en La Tablada: “cuando uno se acerca a buscar apoyos y visibilizar esto lo que hace es visibilizar la violación a los derechos humanos, que hay desaparecidos en democracia, que estos compañeros están desaparecidos y que recién lo sabemos ahora, que hay impunidad, pero eso no obliga a discutir necesariamente la historia de una organización de izquierda, la historia de lo que pasó en La Tablada es como que queda en otro plano igual. Me parece que igual, aunque ahora puntualmente los familiares de los cuatro compañeros estamos más enfocados en visibilizar, desnaturalizar y difundir que hay cuatro desaparecidos y que necesitamos justicia en relación a eso, sigue siendo difícil hablar de La Tablada y el MTP, sobre todo nos hace falta discutirlo desde la izquierda”.
Lo sucedido en La Tablada fue algo sorpresivo para muchos, incluso para los militantes que veían en el MTP a un movimiento frentista que debatía sobre política con otros sectores, como el peronismo, algo que otros espacios no hacían: “a su vez, el sujeto, entre comillas, del MTP no era el obrero, sino que también estaba la problemática de los pueblos indígenas, los campesinos, las mujeres, de las trabajadoras de hogar, del trabajo de base en las villas, toda una línea política más amplia de lo que los partidos en general están acostumbrados. Siempre pensé que la falta de debate también está marcada por la época, después de La Tablada vino la década del noventa, no es que vino un auge de organización, discusión, vino un repliegue, un avance sobre el campo popular, el individualismo, el silencio, en un punto fueron muchos años de resistencia”, agregó Irene Provenzano.
Sin duda, el intento de copamiento del Remigimiento de La Tablada fue utilizado de distintas maneras y por diferentes sectores; sobre las acciones realizadas hubo y hay interpretaciones de las más diversas, pero lo concreto es que se trata de un hecho del que no se ha debatido lo suficiente.
La solicitada que elaboraron los familiares puede encontrarse en su página de facebook, mientras que reciben adhesiones en:desaparecidostablada@hotmail.com
“Para nosotros como familiares de esos cuatro compañeros también son desapariciones recientes, que estuvieron invisibilizadas todos estos años. Paradójicamente o no, recién hace dos o tres años se empezó a volver a investigar el reconocimiento de los cuerpos que se hizo allá por el ’89. Un reconocimiento que muy defectuoso, lleno de irregularidades, negligencias y falta de voluntad política por reconocer a los cuerpos de los compañeros que faltaban. Este reinicio de investigación se da porque todavía, después de 25 años, había cuerpos sin identificar; de todo ese trabajo surge y se comprueba que hay cuatro compañeros desaparecidos que son mi papá, Francisco Provenzano, Carlos Samojedny, Iván Ruiz y José Díaz. Hay testigos y documentos fotográficos que permiten saber a ciencia cierta que estaban vivos al momento de la rendición y que fueron torturados, fusilados y desaparecidos por las fuerzas militares que intervinieron en la represión del cuartel”, denunció Irene Provenzano, hija de Francisco, en diálogo con La Retaguardia.
Los cuatro militantes fueron capturados con vida en el interior del Regimiento y hay registros fotográficos, fílmicos y testigos que así lo confirman; sin embargo, sus cuerpos nunca fueron encontrados. En realidad, la historia de Provenzano tiene un capítulo más de dolor e impunidad: “en ese momento el cuerpo de mi viejo fue reconocido por su hermano, por mi tío, pero nunca vamos a poder saber si fue mal reconocido o si después de que fue reconocido cambiaron el cuerpo, pero nosotros como familiares nos enteramos de la desaparición hace un año y medio, porque en realidad pensábamos que el cuerpo estaba reconocido y que lo habíamos enterrado a él. Mi papá tenía varias operaciones en la columna por hernias de disco recurrentes y el hermano médico había estado interviniendo en su salud desde muy joven, entonces mi papá le dejó como esa referencia de que si lo mataban él no quería ser un desaparecido y le pidió que por favor lo reconozciera, y mi tío con documentación y estudios médicos hace un reconocimiento de su cuerpo, un cuerpo que estaba carbonizado, tenían la intención de que sea un cuerpo que no se identificara. Hubo una intención de los encargados de la represión de que hubiera cuerpos que no se pudieran identificar, como decimos siempre, se utilizaron mecanismos de la guerra y de la dictadura, como la cremación de cuerpos. Hace un año y medio se puso en contacto conmigo, como familiar, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que lo que quiere es hacer una revisión de todos los reconocimientos y concluir con los cuerpos sin reconocer; y en esa revisión el cuerpo que estaba enterrado como el de mi viejo resultó ser el de otro compañero”, relató Provenzano.
A 25 años del intento de copamiento del Regimiento, al que ingresaron 46 militantes del Movimiento Todos por la Patria (MTP) de los que solo sobrevivieron 13, los familiares iniciaron una campaña en la que exigen juicio y castigo a los responsables de las violaciones a los derechos humanos que sufrieron los caídos en los hechos de La Tablada, además de reclamar la recuperación de los restos de los cuatro militantes desaparecidos.
El juicio del revés
Por los hechos ocurridos en La Tablada en enero de 1989 sí se realizó un juicio, pocos meses después, en junio de ese mismo año, pero en el que solo se juzgó la responsabilidad de quienes habían ingresado al regimiento, del grupo de apoyo externo y de la conducción del MTP. El juez de instrucción de la causa, Gerardo Larrambebere, desestimó todas las denuncias por torturas, desapariciones y ejecuciones sumarias que hicieron los militantes al considerar que no había pruebas suficientes.
Los 20 acusados fueron juzgados por la Ley de Defensa de la Democracia, que no admitía la revisión del proceso, y condenados en su gran mayoría a prisión perpetua.
“El juicio también estuvo plagado de irregularidades y de voluntad política, de impunidad desde muchos de los sectores involucrados”, aseguró Irene Provenzano. Incluso la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) coincidió en que no había sido un proceso justo: “le recomendó al Estado argentino una investigación completa imparcial sobre los hechos, denunciando y atestiguando que hubo violación a los derechos humanos gravísima, que el Estado tenía que investigar. Toda esta causa, después de tantos años, como que entra en prescripción, y la presencia de cuatro desaparecidos como un dato nuevo permite la posibilidad de que se reabra y de que se investigue puntualmente la situación de los cuatro compañeros desaparecidos. Estamos en esa situación, esperando el fallo de la Corte, que reabra la causa en este sentido, y tenemos como puntapié un dictamen de la procuradora general de la Nación (Alejandra Gils Carbó) que se manifiesta en contra de que prescriba, la causa contra (Alfredo Manuel) Arrillaga que fue el responsable del operativo, justamente reconociendo la violación a los derechos humanos que se cometió”.
En una solicitada publicada hace pocos días por los familiares de los cuatro militantes desaparecidos se dan más datos sobre los responsables del operativo militar que se llevó adelante en La Tablada: “el ex General (Arrillaga) cuenta con tres condenas por crímenes de lesa humanidad cometidos en Mar del Plata durante la última dictadura cívico-militar, en la conocida ‘Noche de las Corbatas’. Se repite en la Tablada, a su cargo, la represión y desaparición forzosa de personas. El Mayor Jorge Eduardo Varando, a cargo de la represión en la Tablada y señalado por los fusilamientos de Iván Ruiz y José Díaz, también actuó en la represión del 19 y 20 de diciembre de 2001”.
Cabe recordar que los militantes condenados a perpetua fueron indultados en mayo de 2003, tras realizar más de cien días una huelga de hambre, que estuvo acompañada por una campaña internacional de solidaridad, organizada por los familiares de los presos.
Su mirada de hija
Irene Provenzano tenía solo cuatro años cuando su papá desapareció y su mamá fue asesinada: “tengo recuerdos que pienso que son efectivos y otros que se van reconstruyendo con los relatos, las fotos, y me fui armando un lugar de recuerdos en el que, aunque era muy chiquita, mis viejos están presentes”, señaló en diálogo con La Retaguardia.
Al ser consultada acerca de cómo ve a sus padres hoy, Provenzano afirmó: “como lo que me dejaron que eran: luchadores, militantes, revolucionarios, muy amorosos, los recuerdos que tengo yo de ellos son sí de compartir reuniones y espacios de militancia, tengo eso en mi cabeza, y también momentos de juegos, vacaciones, mimos. Todo lo que dan los padres a sus hijos en los primeros años”.
En cuanto a sus sensaciones respecto a estar buscando a un desaparecido en democracia, la joven reflexionó: “para mí es difícil reconocerme en la tradición de militancia de los organismos de derechos humanos que todos estos años han luchado por los desaparecidos, porque lo cierto es que aunque la categoría es la misma, el contexto es muy distinto, la historia es otra, y también mi recorrido como familiar no se basó en la lucha por su búsqueda o por la justicia por ser desaparecidos, entonces si bien me agarro de esa historia como un ejemplo y como de quien agarrarnos también para salir a denunciar, a visibilizar y a desnaturalizar la existencia de desaparecidos en democracia, lo cierto es que no constituí mi identidad o mi subjetividad como hija de desaparecidos. Entonces, por un lado me acerco a esos espacios pero no reconociéndome en esa historia individualmente, sí como militante, como pueblo, pero no en mi historia personal, es como algo nuevo eso”.
Sobre el copamiento del Regimiento de La Tablada circulan infinidad de versiones y rumores. Uno de ellos da cuenta que Francisco Provenzano no estaba del todo de acuerdo con la acción pero ingresó igual aceptando la decisión de la mayoría de su partido y para estar con su compañera Claudia Lareu. Al respecto, su hija Irene aseveró: “la verdad que a mí me cuesta ya sostener esa posición porque hablar en nombre de quienes no están me parece difícil, porque no pueden decir su palabra. De todos modos, eso es un poco lo que quizás incorporé de chica en el relato de la historia familiar, a partir de una carta que dejó mi viejo diciendo un poco eso, alguien que le avisa al hermano que lo van a matar, que no quiere ser un desaparecido, que lo reconozca, que le dice que se haga cargo de mí, que mi vieja y él aceptaron ese acuerdo, todo eso te lleva a mostrarme a una persona con dudas, con alguna incertidumbre, pero lo cierto es que sus compañeros de militancia no tienen ese relato, ese registro, y me han trasmitido otras cosas. Y en mi caso sostener esa posición en boca de él, hoy como militante, tampoco me hace sentir cómoda, porque él no puede hacer ni decir nada, entonces me parece que no es muy fructífero poner eso como elemento histórico sin tener demasiados elementos. Siempre rodea, supongo que a todos los militantes que entraron de La Tablada, en algún momento les dio algo de incertidumbre, dudas, porque se estaban jugando la vida, pero más que eso me parece que no puedo decir”.
Hecho maldito y debate pendiente
A pesar de ser un hecho del que durante años prácticamente no se habló y que de alguna manera se intentó ocultar, en el último tiempo se han publicado distintos materiales que recorren lo sucedido alrededor de aquel 23 de enero de 1989 en La Tablada.
Sobre su acercamiento a estos escritos, Irene Provenzano señaló: “los leí a mí tiempo, quizás sí me acerqué a la librería a comprarlos inmediatamente, pero no me los devoré esa misma noche porque esa lectura me es difícil. Creo que es un poco el hecho maldito para la izquierda, del que no se habla, del que no se discute, y creo que los libros son diferentes en el lugar desde el que se paran. El libro de Sudestada se para desde un lugar compañero, de militantes que reconocen la lucha revolucionaria de los compañeros, reconocen que querían hacer la revolución, una sociedad distinta, y desde ese lugar de no neutralidad intentan acercarse a la historia de vida de cada uno de los compañeros y compañeras, y a explicar La Tablada de algún modo. El libro de (Felipe) Celesia y (Pablo) Waisberg (‘La Tablada. A vencer o morir, la última batalla de la guerilla argentina’) me parece que se para en el lugar opuesto, cuando ellos lo presentaron se pararon desde el lugar de periodistas neutrales y objetivos, que buscan encontrar la verdad de los hechos, y ya desde ese lugar es medio difícil pararme como militante y como hija; me parece que me fue mucho más difícil abordar la lectura de ese texto, pero creo que todos los materiales que circulan sirven para poner el tema en debate y para que el campo popular lo pueda discutir y hacer su elección de eso”.
Además, Provenzano afirmó que incluso hoy hacer referencia a la figura de los cuatro desaparecidos sigue permitiendo que no se hable del MTP y de lo sucedido en La Tablada: “cuando uno se acerca a buscar apoyos y visibilizar esto lo que hace es visibilizar la violación a los derechos humanos, que hay desaparecidos en democracia, que estos compañeros están desaparecidos y que recién lo sabemos ahora, que hay impunidad, pero eso no obliga a discutir necesariamente la historia de una organización de izquierda, la historia de lo que pasó en La Tablada es como que queda en otro plano igual. Me parece que igual, aunque ahora puntualmente los familiares de los cuatro compañeros estamos más enfocados en visibilizar, desnaturalizar y difundir que hay cuatro desaparecidos y que necesitamos justicia en relación a eso, sigue siendo difícil hablar de La Tablada y el MTP, sobre todo nos hace falta discutirlo desde la izquierda”.
Lo sucedido en La Tablada fue algo sorpresivo para muchos, incluso para los militantes que veían en el MTP a un movimiento frentista que debatía sobre política con otros sectores, como el peronismo, algo que otros espacios no hacían: “a su vez, el sujeto, entre comillas, del MTP no era el obrero, sino que también estaba la problemática de los pueblos indígenas, los campesinos, las mujeres, de las trabajadoras de hogar, del trabajo de base en las villas, toda una línea política más amplia de lo que los partidos en general están acostumbrados. Siempre pensé que la falta de debate también está marcada por la época, después de La Tablada vino la década del noventa, no es que vino un auge de organización, discusión, vino un repliegue, un avance sobre el campo popular, el individualismo, el silencio, en un punto fueron muchos años de resistencia”, agregó Irene Provenzano.
Sin duda, el intento de copamiento del Remigimiento de La Tablada fue utilizado de distintas maneras y por diferentes sectores; sobre las acciones realizadas hubo y hay interpretaciones de las más diversas, pero lo concreto es que se trata de un hecho del que no se ha debatido lo suficiente.
La solicitada que elaboraron los familiares puede encontrarse en su página de facebook, mientras que reciben adhesiones en:desaparecidostablada@hotmail.com
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